Domingo por la tarde, sin nada que hacer, nos fuimos al campo a pasar lo que nos quedaba de día para estar juntitos y disfrutar de la naturaleza.
Lo mejor es que no había casi nadie (parecía un desierto), al peque le encanta andar solo (siempre mirando atrás a ver si le seguimos), ir a su bola mirando flores, cogiendo piedras, tocando paredes...
Encontramos bellotas, hojas, piedras... y las puso en su gorra hasta que terminó su merienda y las pusimos en la bolsa para llevárnoslo a casa. (Pronto las pondremos en la mesa sensorial)
También vimos insectos (hormigas, mariposas, arañas...) le gusta perseguirlos hasta que se van o los pierde de vista.
La verdad es que en la naturaleza parece que no tengamos niño, está en su salsa y va descubriendo rincones a su ritmo.
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