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La importancia de no interrumpir

Una de las normas a seguir en un aula Montessori es "Nunca se debe interrumpir el trabajo de un compañero". Cuando interrumpimos el trabajo de un niño o de un adulto, estamos enviándole el mensaje de que lo que está haciendo no es valioso, o al menos no tan valioso como el motivo que nos lleva a interrumpirle.


A veces me sorprendo a mí misma interrumpiendo la concentración de mi pequeño explorador porque quiero decirle algo o porque quiero hacerle una sugerencia sobre lo que está haciendo. Por suerte esto me ocurre cada vez menos, y es que algo que todos nos deberíamos plantear antes de interrumpir a un niño es, "Realmente necesito interrumpirle?" y si la respuesta es no, lo mejor es dejar que el niño aproveche y refuerce su capacidad de concentración.

Es bastante común, sobre todo en el caso de los bebés, dar por hecho que cualquier cosa que estén haciendo no es suficientemente importante como para no ser interrumpida.


Un ejemplo que todos hemos vivido:

Un bebé está tumbado observando un móvil, o sus manos, o el reflejo de la luz en la pared, o cualquier cosa que en ese momento esté atrayendo su atención, y es interrumpido por un adulto que (con la mejor intención del mundo) empieza a mover un sonajero o a llamarle por su nombre para atraer su atención.
Esta interrupción está impidiendo que el bebé desarrolle su capacidad de atención, y le ha distraído de algo que tenía una importancia mucho mayor de lo que mucha gente imagina, algo en lo que estaba "trabajando".

Sí, aunque pueda sonar raro, los bebés y los niños trabajan constantemente, y por eso María Montessori era partidaria de llamar "trabajo" y no "juego" a lo que hacen los bebés y los niños, para darle la importancia que se merece.

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