Dicen los expertos que la piel tiene memoria y almacena todo el sol que hemos tomado. Por eso no podemos olvidar una serie de recomendaciones para evitar que nuestros hijos, desde bien pequeños, no se quemen por el sol.
- Hasta los seis meses NO se debe exponer a los bebés bajo los rayos solares. Deben tener una protección directa bajo la sombrilla y con ropa.
- A partir del medio año, se deben usar protectores solares minerales que llevan unas sustancias que cubren la piel de manera física, como una barrera, y no deja pasar el sol. Es verdad que son algo más incómodos de poner sobre la piel porque es como una pasta y no se extiende bien, pero es la mejor protección porque, además, no causa ningún tipo de alergia.
A partir de aquí, estos son los principales errores que cometemos:
- No pensar que la mejor protección es no exponerse al sol.
- Creer que una sola aplicación de crema solar es suficiente (hay que aplicarla cada dos o tres horas, y también después de cada baño)
- Aplicar poca cantidad sobre la piel.
- Pensar que debajo de la sombrilla no hace falta protegerse
- Considerar que en los días nublados no hay peligro.
- No percatarse de que el agua y la arena reflejan los rayos del sol
- No ir suficientemente preparados cuando se sube una montaña, donde la radiación del sol es mayor
- No informarse del índice de radiación solar que hay en la zona en la que vivimos o vamos a pasar las vacaciones para ajustar la protección solar que debemos ponernos
- Tomar el sol entre las 12.00 y las 16.00 horas
- No darnos cuenta que la protección directa con camisetas, gorras, gafas o trajes acuáticos especialmente diseñados para evitar el sol son una buena elección para evitar el efecto directo del sol sobre la piel.
- No aplicar la crema sobre las palmas de las manos y pies
- No extremar las precauciones cuando se tienen antecedentes en la familia con cáncer de piel.
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